Después de una noche movida y con pocas horas para dormir, amanecía un día que venía cargado de emociones.
Tras desayunar partíamos hacia los campos de juego, nos acompañaba el sol y el calor desde primera hora por lo que el protector solar y el agua han sido nuestros compañeros en todo momento.
Los partidos se han sucedido con resultados variados, pero el esfuerzo, la deportividad y la alegría no han faltado en ningún momento.
Después de los partidos de la mañana tocaba reponer fuerzas para poder enfrentar el partido de la tarde y el paseo que hemos dado para conocer el Parque José María Labordeta, muy cercano al Colegio Azúa y que nos ha servido para relajarnos antes de enfrentar el tramo final de la jornada.
Ya de vuelta en el hotel, ducha, cena y la apertura de los regalos del amigo invisible, a ninguno se nos ha olvidado en casa ¡menos mal!
Hemos pasado un día inolvidable, sólo nos queda preparar todo para mañana salir del hotel temprano y disputar los últimos partidos.
¡A dormir!